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PEQUEÑAS HISTORIAS DE MATERNIDAD

ESTA INDIVIDUAL NO ES UNA INDIVIDUAL

 

La relación con otra persona, especialmente en la crianza, me expone a situaciones donde lo individual se pone en entredicho. No solo mi cuerpo, mis tiempos o mis prioridades, si no principalmente, mi mente está poblada de nuevos habitantes y sus necesidades se entremezclan en un territorio que antes creía exclusivamente mío. Este desorden intersubjetivo y su correlato en las cosas tiradas por toda la casa me  violenta. En la búsqueda de controlar y entender, finalmente me rindo, con frustración y fascinación, ante el caos y la belleza de lo que me excede. Como un disparo sobre ese otro orden que me amenaza, un flash es la evidencia del intento por capturarlo. 

 

Lo efímero del orden, lo volátil de las categorías, la incertidumbre de los vínculos y de la propia existencia me llevan a imágenes que intentan renunciar al control sobre la composición y sobre la mirada del espectador.  El vacío, la dispersión, la acumulación excesiva y la insignificancia de pequeños objetos organizan las imágenes en una mezcla de voluntad y azar. 

 

Pequeñas historias de maternidad 3 no podía haber sido otra exposición individual, otros amplían la idea de lo materno y juegan con los sueños y pesadillas que genera. Hacer una exposición donde convivan mis trabajos con los de otros extiende la tensión entre lo individual y lo colectivo y escenifica la necesidad de la mirada de los otros para completar la mía. 

 

Natalia Iguiñiz

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Desde hace décadas se han producido situaciones en las que un(a) artista ha asumido con fuerte intención la curaduría de una muestra. En ella tematiza una exploración dirigida a configurar una experiencia propia, una forma de conocimiento. 

 

La propuesta artística de Natalia Iguiñiz en Pequeñas historias de maternidad 3 es una en la que ella, como artista visual, ha descubierto que es necesario avanzar en el campo de su indagación personal hasta tocar el trabajo de sus pares en el arte peruano actual. Esto resalta la percepción que tiene de cómo su propio trabajo comparte terreno con el de otros dentro del contexto en el que se ha formado y crecido como artista. Reconoce así su pertenencia a una comunidad especifica y la posibilidad de que el conocimiento se genera colectivamente. Pequeñas historias de maternidad 3 es una lectura que ella hace de su lugar en el mapa y en esta añade como parte esencial de su trabajo su propuesta artística su transformación en curadora, rol que asume para orquestar un dialogo en la Sala entre su propia obra y la obra que ha escogido de otros. Lo que es de sumo interés es que traspasa en este proceso la tematización de la maternidad hasta tocar la experiencia desde la otra orilla, que es la de la paternidad. 

 

Jorge Villacorta

​La maternidad es tantas cosas. También una gran historia. Construida y natural, al mismo tiempo. El relato naturalizante de la necesidad cultural derivada, sin embargo, del puro instinto. 

 

Pero en su experiencia práctica ese discurso se diversifica y complica en enredados tejidos múltiples. Tramas dispersas de historias pequeñas. En singular. Personales e intransferibles. Travesías.

 

A veces un gran viaje, previsto y programado, que llegará a buen puerto. Con todos los recaudos. Pero en ocasiones un azar derivado de la ignorancia, del  mal cálculo, del error. O de la violencia.

 

Lo que se quiere una opción, una decisión, un deseo, puede tornarse obligación o  frustración. Decepción incluso.  Pero siempre un aprendizaje, que al asumirse como tal nos enriquecerá siempre.

 

Algo de eso se insinúa, poderosamente, en Pequeñas historias de maternidad III, la secuencia de exposiciones que Natalia Iguíñiz viene hilvanando desde hace diez años. Una exteriorización artística de ilusiones y frustraciones personalmente vividas. 

 

Una cambiante condición de madre que ahora se socializa incorporando el testimonio crítico de otros artistas. Con subversión de género: quienes contribuyen son tanto madres mujeres como hombres maternizados por la crianza recibida en su infancia o por la que eligen desarrollar con sus propios hijos. Niños y niñas, cuyo sentir también es recogido mediante registros de sus juegos y pareceres.

 

En esa pluralidad emergen razones y sentimientos que devuelven lo familiar a su extrañeza esencial. Alegrías y afectos interferidos a veces por la orfandad, la soledad, el hacinamiento. O la ambivalencia de identidades en las que se fusionan lo filial y lo materno.  El goce entremezclado con lo ominoso. 

 

De esa densidad emerge la sensibilidad distinta en estas búsquedas de Natalia. Tan personales y al final tan políticas. 

La maternidad es también una renegociación perpetua. Social tanto como íntima.

Susana Torres

PEQUEÑAS HISTORIAS DE MATERNIDAD 2

 

No me interesa subvertir

solo narrar

cosas que no sabia

cosas que me asustaban

y en contraste a lo oscuro de mis fantasías 

encuentro un mundo de colores intensos

que me desborda

 

Intuyendo lo complejo y profundo que un tema como la maternidad puede movilizar, esta exposición se ubica como parte de un conjunto de muestras, la primera de ellas se dio en el 2005 y tuvo como eje la negociación que cada mujer libra con los estereotipos de ser mujer y su pretendida relación unívoca con la maternidad, poniendo énfasis en la ambivalencia y en la manera particular de cada persona de vivirla. Esta segunda propuesta también se pretende como un conjunto de piezas que responden a distintas tradiciones y formatos (pintura, dibujo, fotografía, video, texto), para dar cuenta de la complejidad y diversidad de la experiencia maternal, pero con un especial énfasis en la discusión sobre los conceptos de naturaleza y cultura. La tesis es que esta dicotomía cobra características particulares cuando se mira desde los discursos sobre la maternidad con los que convivimos, simplificando y sentenciado, desnaturalizar la cultura se hace eminente. A la vez la muestra explora la cotidianidad y las fantasías que nacen de distintas experiencias corporales y la cotidianidad de la crianza.   

Ciertos vacios, es el montaje fotográfico que toma el título del libro de fotografías de Cecilia Larrabure sobre orfandad y violencia en el Perú. Esta imagen se desprende de la serie anterior y representa una mujer que se da de lactar a ella misma, en un esfuerzo por repara ciertos vacios y a vez de hacerse cargo si misma y quizás de todo lo que ahora ella tiene que contener.

No tengo interior para mostrar, es una frase de la canción Yo anuncio, del disco Mucho de Babasónicos. La serie de dibujos que toma esta frase describe minuciosamente la anatomía de una mujer que desde distintos ángulos muestra las cicatrices de los cortes quirúrgicos realizados en los nacimientos de sus hijos. Un lápiz de mina dura hace las veces de bisturí, incide y pone poco color, el análisis mimético de una realidad cruda pero que representada casi sin contraste intenta hacer evidente su exterioridad, quizás para no imaginar que en realidad algo hubo en el interior y ya no está.

Estudio de retrato familiar de Luisa Aybar A manera de los retratos familiares de la monarquía y luego de la alta burguesía, Luisa Aybar, niñera de oficio es retratada por la madre de dos de los niños que cuido como agradecimiento por su amoroso trabajo, el retrato pretende además representar una fantasía creada por la retratada y la pintora, reunir en un solo lugar a todos los niños y niñas que cuido.

Mi niña no me come, el título original del libro del pediatra Carlos Gonzales es Mi niño no me come, esta frase popular se puede interpretar de varias maneras, la idea del retrato es mostrar a una bebé gigante y amenazante, quizás muy diferente a como solemos representar a los niños, como indefensos y pequeños, pero quizás acercándose más a como su presencia en la vida adulta amenaza nuestros ordenes y equilibrios.

Desnaturalizada (Cover Jenny Holzer) 1 y2 Es un conjunto de frases populares recogidas de diversas mujeres a través de internet, sobre sus experiencias de crianza y las frases que más les llamaron la atención por contradictorias o por su carácter veladamente violento.

Documentación acción cotidiana de extracción de leche en centro laboral En este video desde que la artista entra a un baño público y rutinariamente arma su bomba extractora, se desviste, se saca la leche y posteriormente guarda todo su equipo y sale del baño, pasa exactamente el tiempo que esta acción toma todos los días. 

Paisaje impresionista Es una selección de unas 300 fotos tomadas entre los primeros días de nacida y los seis meses de la hija de la artista, desde una misma posición, donde esta le daba de lactar y desde donde el tiempo parecía no pasar, sin embargo, la luz va cambiando, los días, las noches, la gente que pasa, los programas de tv… van dando cuenta de que algo pasa y casi sin darnos cuanta la niña va creciendo.

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