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PERRAHABL@

1.

Lomo. Cuero. Culo. Costilla. Pescadito. Hembra. Víbora. Perra. Denominaciones cotidianas que las personas usan para hablar de cierto tipo de personas. Hablamos de mujeres que son tratadas (o usadas) como si fueran cosas o animales sexuales. Para nadie esto constituye una exageración. Cualquier mujer puede ser considerada perra. Depende de los ojos del hombre o la mujer que la estén observando. Depende de los valores, los prejuicios, las envidias. Cualquier mujer en minifalda puede ser considerada perra sólo porque pasó delante de un par de aguantados que tienen entre sus manos un ejemplar de (la) Chuchi. Cualquier chica harta de los celos de su novio puede ser tratada como una perra si es que no se somete a sus inseguridades. No hay que ser player para correr ese riesgo ( ni siendo una linda jugadora hay por qué soportar tanta agresión). El resultado de todo esto es la represión de la coquetería. Las flores nunca se deben abrir al sol.

 

2.

De pronto aparecen en la ciudad estos afiches. Unos los toman en serio. Otros sospechan de la Joda. ¿Tiene sentido pegar estas idioteces en las calles? Exacerbar las contradicciones puede ser el primer paso para airear las contradicciones. Y procesarlas. Y exorcizarlas. Mas aún cuando los fantasmas generados por el prejuicio y la desigualdad nos acechan. Si algunos lo toman dramática-mente es porque resulta evidente que vivimos en una sociedad donde compartimos valores machistas. Si otros dudan es porque consideran ridículo pensar que la coquetería lleva necesariamente a la putería. Lo que sí sorprende es que muchas personas ilustradas consideren peligroso este juego, al punto de descalificarlo y exigir aclaraciones. ¿Acaso temen que la gente se reafirme en sus “perversiones”? ¿Acaso no estamos de acuerdo con la frase “hablando -o gritando o expresando o llorando- se entiende la gente”?

 

3.

Esto es un ejercicio de comunicación. El dilema no pasa por si traemos la calle a la galería o viceversa. No importa si es o no considerado arte (pues depende de qué entendemos por “arte” y eso no viene al caso ahora). Esto se mueve en otro terreno. Basta con revisar los correos electrónicos y repasar lo que comentan los amigos para constatar que las contradicciones/emociones han sido expuestas. Pues bien, Natalia Iguiñiz ha realizado un ejercicio de comunicación que intenta ventilar un problema. No una categoría (“sexismo”, “género”,  “erotismo”, etc.). Si esto fue una exposición hay que decir que sucedió en las calles de Lima hasta el día de ayer. Aquí sólo se presenta una documentación que da cuenta de lo sucedido en paredes, postes y pantallas de computadoras. Iguiñiz lanzó una piedra. Otros lanzaron el resto.  Lo que hay en esta sala son algunas de las piedras recolectadas en nuestra inmensa y difícil ciudad.​

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